sábado, 12 de junio de 2010

Sobre Varadero y Habana Maravillosa, de Hernán Vanoli Parte 2


Sobre Varadero y Habana maravillosa, de Hernán Vanoli. Parte 2

¿Qué es el futuro? Una idea, un concepto. Según la Wikipedia, el futuro es la porción de la línea temporal que todavía no ha sucedido, es una conjetura que bien puede ser anticipada, predicha, especulada, postulada, teorizada o calculada a partir de datos en un instante de tiempo concreto. En la literatura se utiliza mucho para imaginar cómo va a ser el mundo, cómo van a cambiar las relaciones entre los humanos, qué puede suceder con las ciudades, los espacios, el clima, etc. En el futuro- el literario, y en especial dentro del género fantástico o de ciencia ficción- hay catástrofes, Apocalipsis, revoluciones, desastres ambientales, climáticos. Pero, ¿muchas veces ese futuro imaginado no es muy parecido a la realidad? ¿Bradbury no escribía sobre celulares en la década del 50? ¿Philip Dick no habla de la CIA y el FBI cuando habla del control, de la vigilancia del estado? ¿Acaso los tsunamis, los terremotos, los derrames de petróleo, la paranoia sobre la gripe A, no parecen sacados de una obra de ciencia ficción? ¿Y las iglesias universales, el Iphone, el cuchillo multiuso, los reality shows? Entonces, ¿qué es la ciencia ficción? ¿Es escribir sobre robots, sobre naves espaciales, sobre inteligencia artificial?
¿Acaso caminar por las calles de la capital federal durante los días de diciembre de 2001 no era de ficción? ¿Esquivar balas de goma, y de verdad, no parecía salido de una novela de Ballard? ¿Y los cinco presidentes en dos semanas?
La definición dice: literatura de anticipación. Y si todo eso que se anticipa sucede, está sucediendo, ¿en qué punto estamos? Ya ni sé en que punto estoy, porque empecé con una idea y me fui por las ramas.
Mi pregunta, entonces, es la siguiente: ¿El libro de Vanoli es de ciencia ficción?
Tengo una primera respuesta: no importa.

En el primer cuento, Funeral Gitano, hay un virus dando vueltas, hay una marcha, hay un funeral. La ciudad es un escenario algo desdibujado, donde hay gente organizada, una Central que manda antibióticos. Hay una realidad extrañada, pero eso no es lo importante, lo que importa son los personajes, que se mueven dentro de esa realidad extrañada que no hace falta explicar, no importa qué es el virus, lo que importa es que está y que las relaciones, la vida y la muerte están signadas por eso. Y cómo una pequeña situación de poder de uno de los personajes, un poder mísero, se utiliza para llevar adelante una venganza. En esencia, no importa el escenario, podría ser en cualquier tiempo o espacio. Está la represión policial, la marginalidad, están las drogas, las organizaciones políticas. ¿Punteros ambientales del futuro?

En el cuento que da título al libro tenemos a un grupo de turistas argentinos en Cuba, dos familias que deciden liberar su sexualidad en el caribe, una escena que recuerda a Irving Welsh, mirados con cierta distancia por una de las hijas de esas dos familias algo ¿menemistas?, creo que antes puse algo así, la idea me surge de que están en un all inclusive, disfrutan de las comodidades del caribe como si fuera pleno uno a uno, no sé, me dio esa sensación. ¿Progres con culpa? El elemento fantástico, o extraño, es justamente el tema de la sexualidad, que no se termina de explicar- por suerte, si no sería como una película de Spielberg, que si te perdiste algo y no pescaste lo que quería decir te lo explica con una voz en off bárbara- y que hace de ese viaje a Cuba un tour de tensión constante en las escenas que tiene la narradora y la hija de la otra familia. Y sobre todas las escenas, la distancia que impone la narradora con la gente a la que mira, hasta cierto desprecio por esa vida aburguesada y de liberación que llevan sus padres y los Cúper en el caribe.
Eugenia volvió casa también tiene una voz femenina, y esta vez el elemento distinto surge sobre el final, aunque todo el tiempo intuimos que algo extraño sucede con la hermana de la narradora. Pero es fácil de transpolar a cualquier historia de regresos, de parientes que vuelven o que nos visitan, con esa sensación de que nunca se fueron, de que están cambiados y para nosotros siguen siendo los mismos, y que en realidad no, son otros y nos perdimos el cambio y ahora que son distintos no sabemos como abordarlos, aunque en el fondo nos unen las mismas cosas de siempre, las mismas complicidades, el mismo ¿amor?¿cariño?¿afecto? ¿qué siente por Eugenia su hermana?
Y el final, donde se devela la cuestión, la intriga, es sorpresivo y contundente.

Y después está Castores. Cuento de largo aliento, donde están condensados algunos de los temas de antes, la familia, lo extraño, lo apocalíptico, el turismo cuasi antropológico, la intriga, la tensión sexual, la violencia explícita y contenida, de las dos, porque están los golpes entre Fernando y el remisero, la represión policial, y la sensación de que entre los dos hermanos en cualquier momento se pudre y no se sabe donde termina todo.
El cuento es para hacer una película, está lleno de elementos visuales y tiene un crescendo dramático que va subiendo y sobre el final, relaja. Hasta esa última escena, donde se confunde la realidad, la locura, lo fantástico, lo imaginado y nos quedamos con ganas de más.

Para terminar, retomo con lo del principio. No importa dentro de qué género se pueda encuadrar el libro- esa maldita manía de querer encasillar todo, para más ejemplos, ver en el rubro las mil y una derivaciones del heavy metal y el rock-, lo que importa, a mi parecer, son las historias que cuenta, y el cómo están contadas, con elementos extraños, diferentes voces y, especialmente, una contundencia visual que hace que podamos ver todo lo que pasa.
Ideal para elegirse el sillón favorito, la mesa de bar cerca de la ventana, el viaje en colectivo eterno de ida a capital o de vuelta a la provincia y escapar hacia otros mundos, los imaginados por Vanoli, que son este, y no tanto.

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