lunes, 13 de septiembre de 2010

Sobre el Ciclo de cine, Wes Anderson en Lanús


Ya pasó Rushmore. Y cuando salían los espectadores, un señor que viene siempre se me acercó y me dijo, no sé que sería esto, una comedia, un drama, porque es como una comedia pero no sé...
Esa es la sensación que dejan las películas de Wes Anderson. Comedias tristes.
Personajes a los que las cosas no les salen del todo bien, pero que en ese recorrido que es la película, dentro de su fracaso se liberan, encuentran la forma de seguir con su vida, tal vez no como planeaban desde un principio, pero seguir que es lo importante.
Este viernes vamos a pasar La vida acuática, que tal vez no es una de las mejores, es un tanto errática, parece que Anderson se regodeara en contemplar a sus personajes y dejará que la historia se perdiera un poco por las ramas; pero tiene lo que tienen todas las películas de Wes Anderson: una reencuentro entre un padre y su hijo, una banda sonora espectacular y una escena, al menos, memorable, como la que tiene lugar en el submarino cuando los tripulantes descubren un pez rarísimo que ilumina el interior de la nave, escena dotada de una melancolía abrumadoramente hermosa.
Y también tiene algo que pasa con todas las otras películas: cuando terminan te hacen sentir bien. Parece una estupidez. Pero a mí me pasa. Esa sensación de tristeza feliz, de ternura por esos personajes tan llenos de defectos y tan dañados por dentro como todos nosotros.

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